Alguna que otra vez hay que retomar asuntos serios y de calado social, en este sentido hya que tener en cuenta la catástrofica sitación de la DES-EDUCACIÓN en España y más aún en Catalunya.
Según datos del Idescat (basados en datos del INE) y Eurostat, el abandono prematuro de los estudios en España, en el año 2007, fue del 31%, mientras que en la Unión Europea se cifró en el 15,2%. Estos datos ponen de relieve que tenemos más del doble de abandonos en España que nuestros socios europeos en el sistema secundario post obligatorio, en la franja comprendida entre 16 y 18 años –una etapa educativa clave desde mi punto de vista-. Existe un grave problema y la UE ya nos ha alertado de que debemos reducir ese 31% a la mitad.
Por otra parte, el Índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial señala que España ha pasado del puesto 22 al 33 en los últimos 6 años. Este índice, elaborado anualmente, incluye 110 indicadores parciales en los que se combinan datos objetivos con una encuesta de percepción entre empresarios de cada país. Algunos de los indicadores son: instituciones, infraestructuras, estabilidad macroeconómica, salud y educación, formación profesional, eficiencia del mercado laboral, etc. Y lo más preocupante es que España ha obtenido su peor registro desde que el Foro Económico Mundial elabora este índice.
Con los datos sobre la mesa, a la vista está que es necesario reformar el sistema de educación secundaria para homologarlo con el de la mayoría de los países. España tiene que racionalizar la distribución de materias y mejorar la preparación para la Universidad y la Formación Profesional. Cada vez resulta más claro que la dura crisis que hoy sufre nuestra economía exige cambios profundos y el más importante de todos ellos es, sin duda, el de la educación. Ya que no olvidemos que la prosperidad de las naciones no son los recursos naturales sino su capital humano.
El tiempo pasa y sobre todo pasa para lo que no tienen futuro en base a su ausencia de cultura y formación, a estas persoas cuando llegado el momento de tener que postularse para cualquier puesto de trabajo mínimante competente verán asombrados que no pueden enfrentarse a el.

Se trata de un proyecto para concienciar al mundo de la escasez del agua
«Physalia», el primer barco-barrendero
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La embarcación está diseñada para desintoxicar los ríos a su paso por las grandes ciudades. El objeto de la embarcación es ir limpiando el agua convirtiéndola en potable.
Un enorme barco con forma de ballena es la utopía del arquitecto francés Vincent Callebaut destinada a limpiar las aguas de los ríos de Europa con los recursos propios de la naturaleza, absorbiendo y reciclando la contaminación de las grandes ciudades.
El buque es 100% autosuficiente energéticamente. Sus turbinas transforman la energía de la corriente del río en hidroelectricidad, lo que permite la navegación de un modo «limpio» y sin coste.
La forma del casco, por reacción a los rayos ultravioleta, reduce la contaminación del agua. En realidad, además de la limpieza del propio buque, se eliminan los productos químicos y los residuos generados por los barcos en el río. Un jardín en el techo filtra el agua almacenada y la purifica.
Callebaut lo define como «un ecosistema capaz de reaccionar ante el entorno y que invita a la fauna y la flora de la biodiversidad del río a venir a hacer su nido en la ciudad».
Reciclaje urbano
A finales de 2007 el estudio de Callebaut combinó un programa enfocado a espacios públicos con la recuperación de canales y líneas de tren abandonadas en el distrito 19 de París. El prototipo contaba con tecnologías verdes para la purificación de aire.
El proyecto, conocido como «Anti-Smog», es una propuesta contra la nube tóxica, mezcla de la niebla y el polvo en suspensión generado por la contaminación que tiene muchos efectos nocivos para la salud: problemas respiratorios como el asma y las temidas lluvias ácidas .
Conciencia ecológica
Según los datos del Banco Mundial, el 45% de la población mundial carece de un acceso directo a los servicios de agua potable, lo que equivale a que mil millones de personas no dispongan de ella y dos mil quinientos millones no cuenten con un servicio de purificación.